Por Maru Lozano Carbonell
Casi siempre es la madre la víctima del hijo que se siente bordado a mano y rey del mundo.
Podríamos empezar analizando que los hijos jóvenes de padres divorciados que meten su cizaña para obtener beneficio de ambos lados, ¡se arman! Súmale el acceso a la información que poseen libremente, agrégale el modelo educativo lacio y con resultados aprobatorios al mínimo esfuerzo en las escuelas y por supuesto, la escasa corrección en casa.
Antes con una mirada te estabas quietecito, pero ahora nuestro hijo está empoderado con libertad de expresión, megáfono incluido, léxico sin filtro, dinero, internet, audífonos y permisos.
A veces hablamos de hijos que no tienen el binomio mamá-papá. Cuando un hijo comienza con exigir un video-juego, dinero, etc., su lógica no le da para pensar que no se puede. Saca a relucir que ni siquiera tiene un hogar normal, etc., entonces la madre o el padre cede. Así los adultos sienten que parchan de alguna manera la incompleta estampita familiar.
Usualmente los hijos se quedan con la madre y es ella quien habla pestes de la situación en la que viven, siempre externan en voz alta lo que su padre no está enfrentando, ni compartiendo y los muchachos con quien se desquitarán es con ellas mismas. Esa madre es como un colchón, a veces servirá para recostarse y descansar, otras, servirá para enfermar y recuperarse y otras más -por ser las más- para golpear y desquitar la ira, miedo y tristeza.
La personalidad de estos jóvenes que de repente no tienen empatía, no conocen el arrepentimiento ni los límites y que son violentos hasta con sus mascotas, podrían surgir por causas orgánicas (habrá que ir con un internista). También por causas neuro-anatómicas (habrá que ir con un neuro-psiquiatra) o puede ser por causas ambientales y sociales (habrá que ir con un psicoterapeuta).
No todos demandan excesivamente, ni chantajean, ni generan culpa a la madre diciendo que nadie los quiere y siempre se sienten solos, todo para conseguir el nuevo celular solo porque sí. Si sientes que se pone muy intenso tu joven, hay que evaluar que no tenga una patología, primero que nada.
Ya si todo está bien después de verlo con doctores, pues evita abrir menú a la hora de comer. No será posible que le des a escoger tres, cuatro, cinco, seis opciones ante cada “no” del muñeco. Si no pones límites a tiempo y vives entre tu agotamiento y culpa ante tu hijo, los resultados siempre se traducirán en comida rápida, dispositivos electrónicos, permisos excesivos, llaves del carro, etc.
Se trata de absoluta firmeza e integridad. No presumas tus tranzas ni maneras de burlar allá afuera, tu hijo copiará. Si te levanta la voz en privado o en público o lo hace con sus maestros o abuelos que lo cuidan, además de aventar todo, ve en busca de orientación para ti con un terapeuta humanista. Necesitas fluir con éxito al educar y formar.
La manera de conducirse sería progresiva, pero puedes detenerlo. Acuérdate que el adolescente es como un globo inflado sin nudo, quien lo sujeta es el adulto cerca y no será posible nunca soltarlo porque se desorbitaría y finalmente, ¡caería! Crea un sistema de reglas asequibles, comunícalas y cumple congruentemente sin pesar.